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Un debate pendiente de resolución

La enseñanza en castellano lleva en retirada desde hace muchos años, al menos en la red pública. El modelo A se ha convertido prácticamente en marginal en esta red en las etapas de infantil y primaria, mientras que se mantiene estable en los principales colegios privados-concertados. La demanda social de una capacitación lingüistica que no asegura el A, la falta de apoyo político y, en alguna medida, las campañas beligerantes de algunos colectivos radicales han contribuido a que la enseñanza en este modelo haya perdido prestigio y peso dentro de la red pública.

En cualquier caso, la actual estructura de tres modelos lingüísticos en que se sostiene el sistema educativo en Euskadi está seriamente cuestionada porque ninguno de ellos consigue su objetivo: que los alumnos se manejen con soltura en euskera y castellano cuando acaban la ESO. El Departamento de Educación evaluó el año pasado el nivel de conocimiento de euskera de los estudiantes de 16 años, al finalizar la enseñanza obligatoria. Los alumnos de modelo A ni siquiera pasaron una primera prueba piloto. El resto, casi 1.200 estudiantes de los modelos B y D, se examinaron de euskera siguiendo parámetros europeos, similares a la prueba del First para el inglés. Sólo un 33% de los alumnos de la línea B y el 68% del modelo euskaldún aprobaron.

Con estos datos, en la comunidad autónoma se reabrió con fuerza un debate que permanecía soterrado sobre la eficacia de los modelos y es previsible que para principios del próximo año el Departamento de Educación presente la alternativa a la actual configuración. Entre la comunidad escolar está calando la idea de permitir la instauración de un proyecto lingüístico propio de cada centro. El argumento es que nadie conoce mejor que el propio colegio las condiciones sociológicas del entorno en el que se encuentra y los recursos lingüísticos de su alumnado.

Se trataría de definir las prioridades de cada centro, respetando los objetivos contemplados por la Administración para una de las lenguas. El avance de este método no resulta sencillo, ya que presenta una gran complejidad lingüística, la organización de las plantillas de profesores de cada colegio no sería fácil y requeriría un gran consenso político.

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