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El alcalde asegura que la zona sería un "pulmón verde"

Carmen Morán Breña

Harto de declaraciones a los periodistas, don Gerardo se relaja por la tarde fumando un puro y echando una partida con los amigos en el Mogambo. Y aún entonces, es interrumpido con más preguntas. "Yo soy el alcalde, sí, pero no hay más declaraciones... Es que los medios me han carbonizado, y han hecho mucho daño al pueblo, que quiere que se haga esta urbanización; es progreso. Además, se iba a repoblar y tratábamos de que esto se convirtiera en un pulmón verde, pero nada de mis declaraciones salen, sólo sacan a la loca que se encadena al pino. Y luego están los tres energúmenos, me refiero a los del PSOE, que me han estado preguntando esta legislatura qué cuándo comenzaba el proyecto y ahora dicen que no lo quieren".

Gerardo Pérez García, señala a sus compañeros de partida. "Mire, ahí hay un industrial, y ahí otro, y ahí un ganadero..." Ellos avalan con su silencio los planes de "progreso" del Ayuntamiento del PP.

El caso es que, pese a todo, el alcalde mandó parar la tala de pinos ayer a mediodía. "No lo he parado por miedo, eh, sino porque no se fueran a por los que estaban allí, porque no hubiera enfrentamientos", advierte.

No los hubo. Las taladoras abrieron enormes cicatrices en el pinar, avenidas asfaltadas de ramajos que conducían a la carretera. Pararon y la gente se fue yendo, pero aún quedaban algunos ecologistas y curiosos, que observaban el transporte de los troncos.

Uno de los tres concejales socialistas, Antonio Esteban, insiste en que ellos no están en contra de un proyecto de ese estilo. Quieren, dice, "que el pueblo prospere, y si para ello hay que hacer 1.600 chalés y un campo de golf, que se hagan, pero en otro sitio".

En el bar de Tito, el cura se reúne con sus catequistas. Don Antonio no sabe nada del asunto. "Yo es que he estado fuera". Pero las mujeres bromean: "Me parece estupendo que hagan eso, es progreso para el pueblo, que venga gente. Pero moros no, eh", dice entre risas una de ellas.

"Ciudad del Golfo"

Por las calles algunos hombres esperan a la sombra la vuelta al trabajo. "Mire, si ese señor ha comprado el pinar, pues suyo es. Yo creo que el Ayuntamiento tenía que haber consultado al pueblo, pero no preguntaron y ya no hay nada que hacer", dice Eugenio Sanz. "Es que lo queremos todo y para tener una cosa hay que tener otra", dice otro, y se va rebotado. "Yo respetaría más la naturaleza, aunque las cigüeñas no las he visto", apunta bajo la gorra un tercer hombre.

Otro camarero dice que en su bar no se habla de otra cosa y, por lo que él escucha, la gente está en contra de la tala. "Pero está seguro de que en un par de años, las obras habrán comenzado. Esto es como Marbella". Algunas de esas críticas se pueden leer en la página web el naviero.com, donde varios vecinos, que planean una concentración para el sábado, ya han puesto mote al proyecto: La Ciudad del Golfo.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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