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Reportaje:El futuro de Euskadi

Dieta blanda contra la lucha callejera

Iñaki de Juana abandonó su huelga de hambre de 63 días tras recibir la visita de sus familiares y de su nueva pareja

Jorge A. Rodríguez

La última comida sólida que ingirió Iñaki de Juana Chaos consistió en pipirrana (una típica ensalada andaluza hecha fundamentalmente de pepino, tomate y pimiento), pollo empanado y helado. A la mañana siguiente, 7 de agosto, el recluso devolvió las bandejas que le introdujeron en su celda los funcionarios de la prisión de Botafuego (Algeciras, Cádiz). De Juana comenzaba una huelga de hambre indefinida para protestar "por el intento de aplicarle la cadena perpetua". El ayuno marcaba un repunte de la kale borroka y un jaque al Gobierno en pleno proceso de fin de la violencia. Tras 63 días sin tomar bocado, De Juana está ahora en proceso de recuperación, en la Unidad de Nutrición del Hospital 12 de Octubre (Madrid). Le han puesto una dieta blanda de 1.000 calorías para readaptar su cuerpo a la comida sólida.

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El deterioro físico de Iñaki de Juana se hizo evidente el 21 de septiembre, cuando ya había perdido 10 kilos. Le flaqueaban las fuerzas pero seguía firme en su ayuno. Apenas se levantaba de la cama ni salía de su celda para conservar energías. En ese momento todavía se enfrentaba a una petición del fiscal de 96 años de cárcel por las amenazas terroristas supuestamente contenidas en dos artículos que había publicado en el diario Gara.

La huelga de hambre, decidida por De Juana al margen del colectivo de presos y de la dirección de ETA, comenzaba a movilizar a un sector más radical de la izquierda abertzale y provocaba un rebrote de la kale borroka. Miles de personas se autoinculpaban de delitos similares a los de De Juana.

El 2 de septiembre, con 15 kilos menos, De Juana era visitado por su familia y por una enigmática mujer, que, según las fuentes consultadas, ha sido decisiva a la hora de convencer al recluso que depusiera su actitud. De Juana tuvo que ser ingresado en el hospital Punta Europa de Algeciras el 19 de septiembre, una vez que los médicos detectaron una alarmante bajada en sus niveles de potasio y que estaba en "riesgo de infarto".

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El recluso, que ha cumplido 18 años de prisión por 25 asesinatos (fue condenado por el Código Penal de 1973 y se había beneficiado de grandes redenciones de pena), se mantenía firme, pese a su debilidad. Los médicos recibieron la orden de alimentar forzosamente al recluso. La organización Etxerat aseguró que el día 20, cuando comenzó a alimentarse forzosamente al preso, fue atado de pies y manos ante su negativa a que le suministraran potasio por vía intravenosa. "Jamás mi cuerpo ha sufrido una violencia semejante", declaró entonces. Su incomodidad, su "humillación", según sus familiares, le llevó a pedirle a los policías que le desataran, que no actuaría contra la labor de los médicos.

El 1 de octubre, los medicos le introdujeron una sonda nasogástrica, ya que el estado de De Juana podía volverse crítico. La sonda le provocó náuseas y dificultades en el habla. El empeoramiento continuaba, por lo que se decidió su traslado al Doce de Octubre, ejecutado el 6 de octubre. Los acontecimientos se aceleran. Miembros de la familia, y la enigmática mujer (miembro del Foro Ibaeta) le visitaron el sábado, 7 de octubre, y el domingo por la mañana. Le comunicaron que "parecía" que el fiscal está dispuesto a rebajar de 96 a 6 años la pena por las amenazas. Si le condenan, ya ha cumplido 16 meses como preventivo. El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, había escrito al Gobierno para que tuviera un gesto con De Juana. El día 8, el recluso pedía que le quitasen la sonda nasogástrica. "Dejo la huelga voluntariamente", dijo. Ese día escribió una carta en la que accedía a dejar su protesta ante "las innumerables peticiones de no llegar más allá". Al día siguiente, comenzaba una dieta blanda (purés, pescados a la plancha) de 500 calorías, para readaptar su aparato digestivo tras 63 días sin trabajar. Ayer ya iba por 1.000 calorías, blandas. Pero la kale borroka, la misma que se había recrudecido con su ayuno, ni cesa ni se ablanda.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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