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CRÓNICA DE CAMPAÑA | La campaña electoral en Cataluña
Columna
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En las plazas remotas se oye un rumor

Soledad Gallego-Díaz

Albert Rivera, el candidato de Ciutadans-Partido de la Ciutadania, el partido político recién creado por un grupo de profesores y profesionales catalanes muy críticos con la actuación de los partidos tradicionales, calcula que necesita en torno a 80.000 votos para lograr entrar en el Parlament el próximo día 1.

Son muchos votos y no parece nada fácil, pero el joven abogado (de 28 años) está haciendo una campaña muy activa, con pequeñas reuniones callejeras. En la Marina de Bellvitge (un barrio de L'Hospitalet) Rivera reunió a unas 200 personas en torno a una instalación muy elemental en un pequeño parque: unos buenos focos, tres altavoces y una escueta tribuna con un telón y el nombre de su partido. La falta de infraestructura la compensa con la elección de una música estupenda, que hace casi bailar a sus espectadores, especialmente con el arreglo de El ritmo del garaje que le ha regalado Sabino Méndez (de los Trogloditas), que ahora se llama El rumor de la calle y dice: "En las plazas remotas se oye un rumor, habla todas las lenguas y ninguna es mejor. Tus padres no lo dicen ni lo quieren escuchar, quién es la gente tan rara con la que vas".

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Rivera tiene un aspecto de lo más tradicional, pelo bien corto, americana, camisa blanca y vaqueros, pero es verdad que su propaganda electoral ha sido llamativa (aparece desnudo) y que sus mítines suenan raros en Cataluña: habla preferentemente en castellano, critica las políticas de identidad, se queja de que se obligue al conocimiento del catalán ("necesitamos jueces que impartan justicia, no que den clase de idiomas; cirujanos que operen, no que discutan de filología"), arremete contra el nacionalismo sin el menor complejo, critica a los políticos a derecha y a izquierda por hipócritas y promete hablar en el Parlament de cosas palpables y tangibles.

Si Ciutadans no entra esta vez en la Cámara catalana es posible que desaparezca, pero si lo logra, también es muy probableque este abogado no pare de hablar y tenga una larga carrera política. Desde luego, no será fácil desconcertarle. En el mitin de Bellvitge, el viento se llevó sus notas sin que perdiera el hilo. Tampoco le sacó de quicio un espontáneo algo borracho.

La derecha le reprocha que concite un voto inútil que pueda quitar un escaño al PP. La izquierda, que atraiga a algunos jóvenes que hubieran podido empujar un Govern d'esquerres... Albert Rivera no se inmuta: primero, porque dice que le da igual que el PP pierda uno o siete escaños o que los jóvenes dejen de apoyar a ICV o al PSC. Y segundo, porque además afirma estar convencido de que atrae, sobre todo, a personas que, en otro caso, se irían a la abstención.

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El público que le escuchaba en Bellvitge parecía bastante heterogéneo: emigrantes mayores procedentes de otras zonas de España, inmigrantes jóvenes, sobre todo latinos, chicos de 18 años algo despistados y treintañeros con aspecto de profesionales con empleos creativos. Ciutadans está concentrando sus escasos recursos en Barcelona y en su área metropolitana, a la búsqueda, sobre todo, del voto de profesionales irritados con el tripartito, gente a la que Ciutadans reclama su voto para lograr que la próxima legislatura sea bastante más movida que las anteriores. El candidato garantiza que conservará la independencia y, obviamente, con un solo escaño no promete conseguir nada concreto, pero sí hablar mucho y de todo. "Denme su voto y verán con qué placer hablo del 3%", propone, casi relamiéndose, a sus espectadores.

A su espalda, un ciudadano comenta: "Qué más quisieran en el País Vasco que poder dar un mitin como éste en mitad de un parque y sin policía a la vista". Los impulsores de Ciutadans han sufrido varios incidentes en reuniones en medios universitarios, pero Rivera, al menos de momento, no ha tenido el menor problema para recorrer las calles de Barcelona con su rotundo mensaje antinacionalista.

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