Vuelven los cañones

El temporal llegó a Chamartín y la lluvia persistente instaló un sentimiento de familiaridad en los jugadores del Deportivo. De entrada se sintieron cómodos en la humedad del campo. La sensación esperanzadora les duró menos de cinco minutos. Lo que tardó Cristiano en elevarse sobre Lopo como un avión para cabecear un córner. El balón golpeó la red con violencia. Fue un disparo en la moral del equipo gallego, que había marcado dos goles de penalti en cinco partidos de Liga antes de viajar a Madrid. Ponerse por debajo en el marcador del Bernabéu al primer remate en contra resultó devastador. De los primeros cuatro disparos del Madrid, tres acabaron dentro.

Cristiano celebró el primer gol con la vehemencia habitual en él, cerrando los puños y gritándolo frente al fondo norte. El hombre necesitaba darse un homenaje. Llevaba un gol en la Liga, descontando el que rebotó en la espalda de Pepe antes de entrar, en Anoeta. Estaba sediento. Ayer hizo el segundo y el tercero de su temporada. No tardó en seguirle Higuaín.

Si Cristiano tuvo una noche feliz, Higuaín no estuvo menos productivo. El argentino dio dos pases de gol, en el 2-0 y en el 3-0. El 4-0 lo metió él. Fue en posición adelantada. Estaba en fuera de juego. Pero el árbitro lo dio por bueno. Fue después de una aceleración de Cristiano, que encaró el área con determinación, mirando los desmarques de sus compañeros. Higuaín le señaló el desmarque, a la espalda de Zé Castro y Lopo. El portugués hizo caso omiso y entregó la pelota a Di María, que entró por la derecha. Di María no remató. Se la dio a Higuaín, que ya estaba en fuera de juego. Recibió y machacó su segundo gol en la Liga. Lo propició la endeblez del Depor, expuesto a la velocidad de los madridistas. Para confirmarlo, Cristiano hizo el 6-1 aprovechando un pase medido de Xabi y desequilibrando por velocidad. Vuelven los cañones del Madrid.