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Isabel II se acerca a los británicos tras 50 años de reinado

La reina intenta romper su imagen fría con una visita a un hospital

Isabel II conmemoró ayer con discreción sus 50 años en el trono del Reino Unido. La reina de Inglaterra agradeció 'con gratitud la lealtad y apoyo' que tanto ella como su marido, Felipe de Edimburgo, han recibido durante este medio siglo. Para romper la imagen fría y distante que muchos británicos tienen de su monarca, Isabel II visitó ayer el centro oncológico de un hospital. Los festejos quedan aplazados para junio.

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No fue ayer día de festejos, porque el acceso al trono de Isabel II coincide con la muerte de su padre, el rey Jorge VI. La fiesta vendrá en junio, con la llegada del buen tiempo y con cuatro días consecutivos de asueto que culminarán el martes 4 de ese mes.

Pero los observadores más atentos de la monarquía británica aseguran que Isabel rompió moldes ayer: primero, porque se dejó ver en un acto público, algo que no hace jamás en el aniversario de la muerte de su padre y su consecuente acceso al trono; segundo, porque el mensaje divulgado es de agradecimiento de ella al pueblo, en lugar de ser una oportunidad de que el pueblo agradezca a la reina sus esfuerzos y desvelos, como ocurrió en las celebraciones que hace 25 años marcaron sus bodas de plata en el trono.

Signo de los tiempos, el mensaje de la reina se distribuyó a primera hora de la mañana a través de Internet. 'Este aniversario es para nosotros una ocasión de reconocer con gratitud la lealtad y apoyo que hemos recibido de tanta gente desde que llegué al trono en 1952', escribe Isabel. 'Espero también que este tiempo de celebraciones en el Reino Unido, y a lo largo y ancho de la Commonwealth no sea sólo una oportunidad para ser nostálgico con el pasado. Creo que, jóvenes o mayores, tenemos tantas razones para mirar hacia adelante con seguridad y confianza como para mirar hacia atrás con orgullo', escribe con poca modestia.

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Isabel, que suele pasar el 6 de febrero encerrada en el castillo de Windsor, prefirió esta vez la residencia de Sandringham, donde falleció Jorge VI. La reina empezó el día con un tempranero paseo a caballo, pero truncó después su tradicional aislamiento para inaugurar la unidad oncológica de un hospital. Rompía así una significativa lanza a favor de una monarquía más comunicativa y cercana a la gente. Y lo hacía manteniendo el carácter de respetuoso homenaje a la muerte de su padre que este día tendrá siempre para ella.

Jorge VI, fumador empedernido, falleció de un cáncer de pulmón. Isabel se encontraba en ese momento en Nyeri, en las estribaciones del monte Kenia, en los primeros días de una gira por varios países de la Commonwealth. El 31 de enero se había despedido de su padre en Heathrow, como princesa y heredera. Unos días después la recibió en el mismo sitio, convertida ya en reina, el entonces primer ministro británico, Winston Churchill.

Salvas de cañonazos saludaron ayer a la reina en varios puntos del país. En el londinense Hyde Park, soldados del regimiento de artillería a caballo dispararon un total de 41 cañonazos: una salva de 21 para festejar el jubileo de oro y otra salva de 20 porque el saludo se hacía desde un parque real. Desde la Torre de Londres la salva fue de 62 cañonazos, por razones protocolarias sin duda.

La reina Isabel II no llega a sus bodas de oro con el trono en el mejor momento de la monarquía británica. Los festejos populares que en 1977 saludaron sus 25 años como reina se han transformado en indiferencia general tras dos decenios de creciente distanciamiento popular.

La trágica muerte de la princesa Diana de Gales en 1997 y la fría reacción de la familia real puso en evidencia como nunca la distancia que separa a la casa de los Windsor del resto de los británicos. Aunque respetada por su dedicación y por su profesionalidad, la reina es percibida también como una mujer desconectada de la realidad y lejos de los problemas de la gente británica corriente.

ASSOCIATED PRESS

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