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CATÁSTROFE EN EE UU | La situación

25.000 bolsas preparadas para meter cadáveres

Dos de cada tres estadounidenses creen que Bush podría haber respondido mejor a la crisis

Mientras el presidente George W. Bush envió ayer a la zona del desastre al vicepresidente, Dick Cheney, y al responsable de Justicia, Alberto Gonzales, los soldados y policías que ocupan el centro de Nueva Orleans tratan de desalojar a los ciudadanos, entre 5.000 y 10.000, que se resisten a salir y que desatienden la orden de evacuación del alcalde por la peligrosa contaminación química. Cuando las aguas bajen -"el nivel desciende, pero lentamente: sólo 23 de las 148 bombas estaban funcionando ayer"-, podrá intensificarse la recuperación de cuerpos. Nadie sabe qué va a pasar entonces, pero, por si acaso, ya hay en Luisiana 25.000 bolsas especiales para meter a los cadáveres.

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"No sabemos qué es lo que nos vamos a encontrar", justificó Bob Johannessen, portavoz del Departamento de Salud y Hospitales de Luisiana, a la agencia AP al confirmar el número de bolsas para las víctimas mortales. El alcalde de Nueva Orleans ha hablado de 10.000. La morgue provisional instalada en San Gabriel, cerca de la ciudad, pensada inicialmente para acoger entre 1.000 y 2.000 cuerpos, está siendo ampliada para poder recibir hasta 5.000. Y poco a poco van apareciendo: el miércoles por la noche, en la residencia de ancianos Santa Rita, en el sureste de Nueva Orleans, se encontraron muertas a una treintena de personas. Otras cuarenta fueron rescatadas. El distrito de Saint Bernard, donde se encuentra la residencia, fue cubierto por casi tres metros de agua, de los que ayer aún quedaba uno. Ayer también fueron encontrados otros 14 cadáveres en el Memorial Hospital.

Las cifras oficiales siguen siendo muy bajas -no más de 300 personas entre los tres Estados afectados-, porque "ahora mismo lo más importante son los vivos, y estamos concentrando todas nuestras energías en sacar a la gente de allí", dijo ayer Eddie Compass, jefe de la policía de Nueva Orleans. Por el momento, sólo hay tres equipos -menos de 100 personas en total- dedicados en exclusiva a la tarea de recuperación de cadáveres. Cuando la policía o los voluntarios encuentran muertos señalan los lugares o, si los restos están en el agua, atan los cuerpos a árboles o postes para garantizar su recuperación y avisan a los equipos.

Los anuncios de la grave contaminación química y bacteriológica no acaban de convencer a algunos miles de personas de que dejen sus viviendas, a pesar de la labor de los militares y policías. "Todo el mundo que no se haya ido debe abandonar Nueva Orleans", insistió la doctora Julie Gerberding, directora del Centro de Control de Enfermedades Infecciosas. El miércoles la policía recibió sólo 10 solicitudes de evacuación de otras tantas personas, señaló el jefe Compass.

En Washington, el Congreso aprobó la ayuda de 51.800 millones de dólares pedidos 48 horas antes por la Casa Blanca. A esa suma hay que añadir la ayuda inicial de 10.500 millones. El presidente, que procura tener cada día una comparecencia pública para hablar de la crisis, dijo ayer que confiaba en la celeridad de la aprobación de la ayuda y que se reembolsarán las sumas que los Estados gasten para asumir a los cientos de miles de desplazados. Bush declaró día nacional de oración por la catástrofe el próximo 16 de septiembre.

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En Gulfport, Misisipi, el vicepresidente Cheney, enviado por la Casa Blanca para "ver cómo van las cosas y empezar a pensar en lo que habrá que hacer en el futuro", aseguró que hay "progresos significativos".

En los sondeos aún no hay un gran castigo a Bush por el desastre, según lo ofrecido por Gallup, aunque una nueva encuesta del Centro Pew -con una representación especial de respuestas de la comunidad negra- indicó ayer que dos de cada tres estadounidenses creen que el presidente podría haber hecho más de lo que hizo para acelerar las ayudas. Sus índices de aprobación, como ocurre desde hace tres meses de manera progresiva, están en mínimos del 40%, y esta situación podría empeorar, porque entre los críticos de la actuación del Gobierno hay un notable número de republicanos. El 66% de los negros creen que las cosas hubieran sido diferentes si hubiera habido más blancos en peligro, algo que el 77% de los blancos niega. Un elevado número de personas, el 58%, se siente deprimido por la catástrofe.

Incluso en este dramático panorama hay algún comentario que despierta la sonrisa: en el gran esfuerzo de inserción del millón de personas desplazadas y lo que se está haciendo para atenderles, el responsable de Correos de EE UU, John Potter, hizo ayer esta recomendación: "Mi mensaje a todo el mundo es: por favor, si han cambiado de dirección, infórmenos".

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