_
_
_
_
_
DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2005
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Supersticiones

Yo hasta ahora no era supersticioso. Y eso que he estado toda la etapa lamentándome por mi mala suerte, pero lo consideraba algo ocasional sin más, cosas que pasan (aunque bueno, no a todos les pasa, pero a mí sí y con cierta regularidad). Por cierto, todo esto viene a cuento porque ayer me caí, aclaro. Después de la caída, terminé la etapa como pude, con un poco de dolor en la rodilla derecha. Poco después llegué al autobús y mientras me duchaba frotaba duro en las heridas con agua y jabón; más de lo mismo, herida sobre herida, pienso cuando descubro que me acabo de levantar cuatro puntos de sutura que me dieron en Francia hará un par de meses.

Entonces me siento a descansar con cara de pocos amigos y me dice Kolobnev, uno de mis compañeros rusos (el otro, ya lo saben, es el líder): "¿Sabes?, en Rusia consideramos al número 13 como el de la mala suerte, y... ¿has visto cuál era la etapa de hoy?".

Más información
Un sainete entre Burgos y Cantabria
Eladio Jiménez se impone en Covadonga

Echo un rápido vistazo al libro de ruta. Y veo que, efectivamente, es la etapa decimotercera, Burgos-Santuario de la Bien Aparecida (Ampuero), 196 kilómetros. Pues en España también, le digo, y va a ser que no andan muy descaminados, tanto rusos como españoles, porque menudo día hemos tenido.

Si anteayer una caída fue la gran protagonista del día, la que (entre otros) le afectó a Heras (por cierto, afortunadamente, sigue con normalidad en carrera), ayer fue otra la que modificó toda la fase inicial de la carrera. Una caída tremenda, de ésas que te ponen los pelos de punta (y no es para nada ninguna exageración). No le recomiendo a nadie el espectáculo; ver cómo alguien se precipita de cabeza al suelo a más de 70 km/h. no es para nada agradable. Y menos si piensas que ha sido él, pero podía haber sido cualquier otro, tú mismo. ¿La causa? Un agujero inmenso en el asfalto. ¿Los afectados? Baranowski, Steels y algunos cuantos más. ¿Culpables? Como decía un ex compañero mío cada vez que se caía, no busques culpables, busca soluciones, pero supongo que alguien de la organización supervisa los recorridos, y un bache de esos no aparece como un champiñón de un día para otro, creo yo.

Y por si fuera poco, más tarde hubo otra caída, la que me afectó a mí... y a nadie más. Sí sé cuándo y dónde, pero no cómo. El caso es que mi ruedas se metieron en un foso a la izquierda de la carretera del que fue imposible salir sin volar por los aires. Resultado: una herida más de guerra en la rodilla derecha y dolores varios, pero nada importante. Quizá lo más importante sea mi conversión, porque a partir de ahora he decidido que soy supersticioso.

Pedro Horrillo es corredor del Rabobank.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_