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15ª CUMBRE IBEROAMERICANA

El petróleo financia un modelo distinto

Hugo Chávez defiende para Iberoamérica una alternativa antiliberal y contraria a EE UU

Juan Jesús Aznárez

La alianza entre Venezuela y Cuba, financiada por el maná petrolero venezolano, promueve en América Latina una integración muy diferente a los proyectos regionales en marcha y a la establecida en las cumbres iberoamericanas desde 1991. El eje Caracas-La Habana comparte coincidencias ideológicas y estratégicas, intercambia crudo por médicos y técnicos, y choca con EE UU. El provechoso trueque ejerce un indudable magnetismo en la Latinoamérica pobre o antigringa. La integración regional que defenderá Chávez en la XV Cumbre Iberoamericana de Salamanca rechaza "los proyectos hegemónicos e imperialistas y las intervenciones en los asuntos internos de los países", según Alí Rodríguez, ministro venezolano de Exteriores.

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Las cumbres iberoamericanas evitan el enfrentamiento con Washington, defienden la economía de mercado y suelen invocar en sus conclusiones la necesidad de que Cuba, sin nombrarla, se incorpore al club de las democracias. El proceso bolivariano financiado por Chávez es otra cosa. El alzamiento no llama a las armas como hizo Ernesto Che Guevara en Bolivia, hace cuatro decenios, sino que apuesta por los triunfos electorales a caballo de los esperados fracasos de los Gobiernos liberales actualmente en el poder o del derrumbe de los partidos tradicionales. Desde mediados de los noventa, al menos seis presidentes han sido derrocados por insurgencias callejeras. Abierta u oficiosamente, Álvaro Uribe, en Colombia; Alejandro Toledo, en Perú; y los ex presidentes boliviano Carlos Mesa, y ecuatoriano, Lucio Gutiérrez, han denunciado la supuesta injerencia de Venezuela en asuntos internos. El chavismo fue implicado en el apadrinamiento de líderes indígenas insurrectos o en la maquinación de tramas políticas para desestabilizar sus administraciones.

"Hay mucha fantasía en todo esto. Esa gente esconde sus propias incapacidades y el alejamiento de sus pueblos", señala una fuente cubana. El proceso bolivariano no hubiera sido posible sin dos factores clave: la histórica fragilidad de las democracias regionales y de sus economías, y el aumento del precio del barril, que se cotizaba a siete dólares cuando Chávez ganó la presidencia en las elecciones de diciembre de 1998, y recientemente cruzó la barrera de los 60 dólares.

El crudo de Chávez financia casi todo: desde el desembarco de cerca de 20.000 médicos cubanos en los cerros más pobres de Caracas -uno de los factores que explican el triunfo del ex teniente coronel en el referéndum revocatorio de agosto del año pasado-, hasta una cadena de televisión o el suministro de petróleo barato.

Otro elemento de la ofensiva

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Otro elemento de la ofensiva es la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), el plan ideado por Chávez para salir al paso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), lanzado por Washington en 1994. Todo apunta en la misma dirección. No fue gratuita la compra venezolana de 500 millones de dólares (408 millones de euros) de deuda argentina, ni la promesa de comprar bonos de Bolivia, Ecuador y Brasil, y trabajar por la integración de los países deudores a fin de abaratar la servidumbre de los pagos.

Chávez propone crear Electrocaribe y Petroamérica, y acompaña el discurso con fondos y asistencia material. Parte fluye hacia naciones donde la izquierda, moderada o radical, emerge. Chávez trae pues a la cumbre sus propias ideas sobre la integración. Su ministro Rodríguez no descarta alguna bronca. "No depende de nosotros. Mantenemos nuestros principios", manifestó. "Y si alguien se molesta porque defendamos un conjunto de principios que ellos mismos deberían respetar, por supuesto que habrá alguna discusión".

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