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El Parlamento israelí aprueba la formación del Gobierno cuatripartito de Olmert

El Gabinete de coalición contará con 25 ministros para contentar a todos los socios

El Parlamento de Israel aprobó ayer el Gobierno de coalición del primer ministro, Ehud Olmert. Su partido, Kadima, ha forjado con los laboristas, los ultraortodoxos sefardíes del Shas y el Partido de los Pensionistas un Ejecutivo que cosechó el apoyo de 65 de los 120 diputados. Pero es un Gabinete que nace con respaldos condicionados y sin figuras carismáticas. Tampoco abundan, como ha sido tradicional, los galones militares en un Gobierno que afrontará el rechazo de la derecha a la principal iniciativa para la 17ª legislatura: la evacuación de decenas de miles de colonos judíos de la Cisjordania ocupada.

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Olmert, un político laico y liberal que dirige un partido sin ideología definida, juró anoche su cargo tras la votación y dejó de ser primer ministro interino. Afronta ahora el reto de continuar la estela de Ariel Sharon, que se embarcó en la evacuación de la franja de Gaza pese a la fiera oposición de la derecha civil y religiosa, que dispone en la presente Cámara de casi 40 asientos.

Kadima (Adelante, en lengua hebrea) cuenta con 29 escaños en la Kneset. Su principal socio en el Ejecutivo, el Partido Laborista, se hizo con 19 escaños en las elecciones del 28 de marzo. Y la sorpresa de los comicios, el Partido de los Pensionistas, logró siete. Han sido necesarias las habituales concesiones a los ultraortodoxos -subsidios a las escuelas religiosas y a sus programas religiosos- para sumar a Shas al Gobierno. Pese a ello, este partido que tiene 12 diputados y siempre está presto al regateo, ha anunciado que su respaldo a la iniciativa de Olmert de abandonar parte de Cisjordania se estudiará en cada votación en el Parlamento.

No es un Ejecutivo fuerte. Y no sería de extrañar que Olmert se viera forzado a cambiar de aliados -algo más que habitual en la política israelí- para ejecutar su programa territorial, que prevé la anexión de parte del territorio palestino ocupado alrededor de los más poblados asentamientos. El partido de izquierdas Meretz y la decena de diputados árabes siempre podrán sustituir a los remisos ultraortodoxos en las votaciones en la Kneset.

Las componendas

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Las componendas de Olmert -que ha constituido un Gabinete de 25 ministros para contentar a todas las facciones- ya han comenzado a pasar factura. Una diputada de Kadima procedente de la ex Unión Soviética se ausentó de la Cámara en el momento de la votación. Lamentaba que, por primera vez desde 1996, no haya un ministro de origen ruso en el Ejecutivo. La misma postura adoptó otro legislador druso por idéntico motivo. Además, el partido de Olmert es un compendio de personalidades y ambiciones que será difícil mantener a raya. Y Olmert no goza del carisma del ausente Sharon, internado en coma en un hospital de Jerusalén desde que sufriera un derrame cerebral masivo el pasado 4 de enero.

En el Partido Laborista sucede tres cuartos de lo mismo. Amir Peretz, su presidente, ha hecho encaje de bolillos para designar a los miembros de su grupo parlamentario que forman parte del Gobierno. Algunos dirigentes, como el ex almirante Ami Ayalon o Matan Vilnai, le acusan de apartar de las carteras a prominentes miembros del partido que podrían hacerle sombra.

Tras un mes de negociaciones, Olmert ha retenido los principales ministerios para sus más próximos colaboradores de Kadima. Tzipi Livni continuará al frente de la diplomacia israelí. El incombustible Simón Peres, que abandonó el Laborismo tras su derrota en las primarias frente a Peretz, se hará cargo de la cartera de Desarrollo de Galilea y el Negev. Y Saul Mofaz, que se ha tragado el sapo de dejar el Departamento de Defensa, será ministro de Transportes. Los tres ostentarán también el título de viceprimeros ministros.

No obstante, si un político ha tenido que ceder en las negociaciones para la formación del Gobierno, éste ha sido Amir Peretz. Asumirá la cartera de Defensa, nada irrelevante, pero la que él deseaba era la de Hacienda para poner en marcha sus promesas de campaña. Ha tenido que olvidar la inmensa mayoría de sus propuestas para atajar la creciente brecha entre las clases sociales. Y, además, siempre estará supervisado por el primer ministro. Todo ello sin contar con que en el Estado judío las Fuerzas Armadas no son meras ejecutoras de las decisiones del Gobierno, sino que participan plenamente en las decisiones políticas relativas a los asuntos militares.

El primer ministro israelí, Ehud Olmert,  ayer durante una reunión de su Gabinete en el palacio presidencial.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ayer durante una reunión de su Gabinete en el palacio presidencial.REUTERS
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ayer durante una reunión en el Parlamento israelí.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ayer durante una reunión en el Parlamento israelí.REUTERS

Petición de penas de muerte

El Parlamento israelí acoge, desde el comienzo de su andadura en 1949, las tendencias más diversas, alguna netamente racista. El presidente de Yisrael Beiteinu (Nuestra Casa Israel), Avigdor Lieberman, que a punto estuvo de ingresar en el Ejecutivo debido a la fuerza de sus 11 escaños, dio muestras de un fanatismo que no se observa en país occidental alguno. "La II Guerra Mundial terminó con la ejecución del liderazgo nazi. Pero también se ejecutó a quienes colaboraron con ellos. Espero que ése sea el destino de los colaboradores en esta Cámara". Aludía Lieberman a los legisladores de los partidos árabes, que cuentan con 10 escaños.

"Todos los instigadores y quienes colaboran con el terror desde esta Cámara deben afrontar esas sentencias; todos los que se reúnen con miembros de Hezbolá y Hamás, quienes viajan a Líbano y quienes hace sólo dos días declararon que el Día de la Independencia es el Día de la Catástrofe y ondearon banderas negras", señaló el dirigente de origen ruso. Se refería a la celebración de la declaración de independencia de Israel que Ben Gurión leyó en Tel Aviv el 14 de mayo de 1948, y que se conmemoró, según el calendario judío, el pasado miércoles. Ese mismo día, los palestinos y árabes israelíes recuerdan la "Naqba" (el desastre). "Los comentarios racistas corresponden a un hombre cuyo fascismo se ha convertido en un modo de vida", respondió el legislador Ahmed Tibi.

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