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Reportaje:La lucha contra la delincuencia

Tierra de nadie

Los robos proliferan en zonas rurales de Tarragona y Lleida por la escasa presencia policial

Como si se tratara de una película en la que los delincuentes tratan de dejar atrás el condado donde acaban de robar porque el sheriff no tiene autoridad en el vecino, los ladrones se han afincado en las zonas más aisladas de Tarragona. El viernes cayó una banda de rumanos que vivía emboscada durante el día y trabajaba de noche en un amplio territorio salpicado de pequeños pueblos y carreteras secundarias, donde los Mossos d'Esquadra sólo tienen competencia en el control del tráfico y la Guardia Civil brilla por su ausencia. Se trata de las comarcas fronterizas entre Lleida, demarcación en la que la seguridad ciudadana corresponde a los Mossos, y Tarragona donde esta competencia es de la Guardia Civil. Una especie de tierra de nadie en la que la Guardia Civil se está retirando y los Mossos no llegarán hasta 2008.

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Almacenes agrícolas, cajeros automáticos, pequeños comercios de pueblos rurales, restaurantes, locales de jubilados, fincas agrícolas y domicilios particulares. Todos estos lugares han sido objetivo de varias bandas de delincuentes que han hecho de las comarcas de Les Garrigues (Lleida) y las vecinas de Baix Camp y Priorat (Tarragona) su zona de operaciones.

"Los Mossos saben que no pueden pasar al pueblo vecino, y los ladrones, también. Que las bandas se aprovechan de esta circunstancia es una realidad aplastante" señala Lluís Dalmau, uno de los afectados por la veintena de robos en una sola noche en la población leridana de El Vilosell y que, según la Guardia Civil, cometieron los rumanos detenidos el viernes. La Delegación del Gobierno en Cataluña sostiene que, pese a la escasa presencia policial en esta zona, la Guardia Civil está preparada para responder a problemas como el de la oleada de robos, ya que en la operación del viernes participaron más de 60 agentes de diferentes unidades durante una investigación que duró tres meses.

A 20 kilómetros de El Vilosell, pero ya en Tarragona, se encuentra Ulldemolins. Hasta hace 10 días, en este pueblo era habitual que sus vecinos pasaran semanas sin ver a un guardia. El alguacil, Martí Garrull, explica cómo los ladrones han campado a sus anchas. "Una noche los vimos. Iban en coche y se escondieron en un camino sin aparente salida. No nos atrevíamos a ir a por ellos, ni tampoco la policía. Al cabo de unas horas, cuando la policía se fue, salieron con el coche a toda prisa hacia la carretera de La Pobla de Cèrvoles, y allí robaron". Los ladrones habían cruzado la frontera hacia Lleida.

Esta zona fronteriza está ahora tomada por la Guardia Civil y los Mossos. "Ahora los vemos cada cinco minutos", dice Garrull, y en El Vilosell "hasta patrullan a pie", indica Dalmau, quien añade que desde la aparición en los medios de comunicación de la oleada de robos se sienten "mucho más tranquilos".

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Sin embargo, los vecinos del lado de la frontera de Tarragona no están tan contentos. Han llegado a organizar patrullas nocturnas y colectas para contratar seguridad privada. En Ulldemolins las quejas surgen por las luces y sirenas que emplean los coches patrulla. "Así no van a coger a nadie. Al contrario, los espantan", critica Garrull. A cinco minutos en coche, siguiendo la carretera C-242 que une Lleida con Tarragona, Cornudella de Montsant ha sufrido los misma plaga. A Jordi Anglès, carpintero de 43 años, le forzaron la puerta de su taller y se llevaron material de trabajo. No fue a denunciarlo porque "era poca cosa" y porque el cuartel de la Guardia Civil más próximo está en Riudecols, a tres cuartos de hora en coche. "Hubiera perdido dinero y toda la mañana", explica.

Fernando Mestres, dueño de una tienda de comestibles, sí denunció el robo de su furgoneta isotérmica. Los ladrones, tras una noche en la que aparecieron rotos los cristales de cuatro coches y forzados los accesos del local de los jubilados, se llevaron su vehículo. Al día siguiente apareció en Les Borges del Camp, unos kilómetros más abajo, y a poca distancia de la zona boscosa de Maspujols donde la Guardia Civil detuvo el viernes a cinco personas, que guardaban más de una tonelada de material robado en la zona.

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