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Escalada militar en Oriente Próximo

Israel acepta una fuerza de interposición en Líbano

El ministro de Defensa sugiere que puede ser la OTAN y el primer ministro, un contingente europeo

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"Apoyamos el despliegue de una fuerza multinacional con amplia autoridad", recalcó Peretz.

Mientras, Olmert, se mostró dispuesto anoche a que la fuerza internacional sea de la UE. "Israel aceptaría el despliegue de una fuerza con capacidad militar, formada por Estados de la UE", dijo tras entrevistarse con el jefe de la diplomacia alemana, Frank-Walter Steinmeier.

Es evidente que la fuerza del Ejército libanés es escasa, más aún tras los bombardeos israelíes sobre varias bases militares a lo largo del país árabe. Hacer frente a la potente Hezbolá, armada por Irán y Siria, para hacerse cargo del sur del país, bastión de la milicia chií, podría degenerar en un conflicto civil similar al que desangró el país entre 1975 y 1990, y cuyo recuerdo estremece en Líbano.

Peretz agregó otra de las metas que las fuerzas internacionales deberían asumir: impedir el tráfico de armas de Siria hacia la milicia libanesa. El responsable de Defensa incidió de nuevo en que Israel no tiene intención de extender su ofensiva a Siria ni a Irán.

La pretensión del Gobierno de Olmert le permitiría cumplir los objetivos que se ha marcado en su brutal ofensiva: desplazar a Hezbolá de la frontera para aplicar después la resolución 1559 de la ONU, que exige su desarme. Israel salió escaldado de Líbano tras 22 años de ocupación y cientos de soldados muertos en sus filas, y con esta fórmula evitaría futuras bajas. No en vano, el Estado Mayor ha anunciado que no se repetirá una invasión como la de 1982, cuando los soldados llegaron hasta Beirut.

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La presencia de militares de la OTAN o de la UE supondría que el papel de los observadores de la ONU, criticados con acritud por Israel, quedaría reducido a cenizas. Las fuerzas de la OTAN sí representarían una garantía para Israel, aunque está por ver qué miembros de la Alianza estarían dispuestos a aportar tropas.

John Bolton, embajador de EE UU ante la ONU, declaró ayer a CNN sobre la propuesta del Gobierno de Olmert: "Es una nueva idea que ciertamente estudiaremos en serio. Hemos considerado cuidadosamente una fuerza multinacional, quizá autorizada por el Consejo de Seguridad de la ONU, pero no una fuerza de cascos azules". No es de extrañar el recelo de Washington. Los marines, y también el Ejército francés, sufrieron al comienzo de los años ochenta brutales atentados suicidas que conmocionaron al mundo.

Hezbolá rechaza, de momento, todo lo que no pase por lograr su objetivo inicial: la liberación de los prisioneros árabes encarcelados en prisiones israelíes a cambio de los dos soldados capturados el 12 de julio. Tan sólo ha facultado al Gobierno libanés a negociar para lograr ese cometido. Su portavoz, Husein Nabulsi, afirmaba categórico ante las ruinas del barrio chií de la capital: "No nos rendiremos". Y esta advertencia será aplicable a cualquier cuerpo militar que se asiente sobre el terreno en su feudo.

Mientras la diplomacia imprime cierto ritmo -la secretaria de Estado de EE UU llega hoy a Jerusalén-, el Ejército israelí y Hezbolá no reducen su actividad militar. El Ejecutivo israelí es consciente de que no dispone de tiempo ilimitado, dado que la presión diplomática -no sólo europea, también de países árabes aliados de EE UU- se acrecienta. Por ello, los combates continúan en el sur de Líbano a marchas forzadas. Al menos un pueblo, Marun al Ras, ya ha sido conquistado por los militares israelíes, que anoche concentraban sus ataques en Bent Jubeil, la llamada capital de la guerrilla chií.

"El enemigo está engañando a su pueblo y al mundo presentando la ocupación de Marun al Ras como un gran éxito militar. Un Ejército que emplea a sus fuerzas de élite, apoyadas por tanques y la aviación, y que toma una aldea después de días de lucha es un Ejército derrotado", aseguró un portavoz de Hezbolá. Anoche, el Ejército anunció que han hecho dos prisioneros de Hezbolá en ese pueblo. Se cree que son los primeros milicianos libaneses capturados desde el inicio de la crisis.

La milicia prosiguió su ofensiva. El jefe del Estado Mayor israelí, Dan Halutz, admitió que será imposible frenar por completo los disparos de cohetes. Cerca de 100 Katiusha cayeron sobre Israel. Dos personas murieron en Haifa, la tercera ciudad del país, sometida desde hace ocho días a un acoso permanente. Incluso el ministro de Exteriores francés, Philippe Douste-Blazy, tuvo que ponerse a resguardo. Hasta ahora, han muerto 20 militares y 17 civiles en Israel. En Líbano, los fallecidos ascienden a 361, en su mayoría civiles.

Una mujer libanesa lleva las pertenencias que ha sacado de su apartamento destruido en el sur de Beirut.
Una mujer libanesa lleva las pertenencias que ha sacado de su apartamento destruido en el sur de Beirut.REUTERS

Empeora el estado de salud de Sharon

La salud de Ariel Sharon, ex primer ministro israelí convaleciente en coma tras sufrir un masivo derrame cerebral el 4 de enero, comenzó a empeorar el sábado. Los médicos del hospital Tel Hashomer, próximo a Tel Aviv, emitieron ayer un comunicado en el que aseguran que "las funciones renales del paciente se han deteriorado" y que se han apreciado "cambios en sus tejidos cerebrales", ya dañados irreversiblemente por la hemorragia padecida. Nadie concebía esperanzas de que el dirigente pudiera recuperarse de su dolencia. El 19 de diciembre pasado ya sufrió un pequeño derrame, pero, pendiente de la campaña electoral que se avecinaba, forzó su recuperación y a las 36 horas abandonaba el hospital Hadassah de Jerusalén. La polémica sobre el tratamiento con anticoagulantes recibido por Sharon ocupó páginas de los periódicos israelíes durante días.

Sharon, fiel a su estilo arrollador, provocó un terremoto político en noviembre pasado tras su decisión de abandonar el Likud, el partido en el que había militado tres décadas. Estaba harto del sector de esa formación que se opuso con virulencia verbal a la retirada de los colonos de Gaza y a la evacuación militar de la franja en septiembre de 2005. Especialmente de Benjamín Netanyahu, que boicoteó varias decisiones del primer ministro en el Parlamento. Dio el portazo, fundó un partido, Kadima (Adelante, en hebreo), y 14 de los 40 diputados del Likud siguieron sus pasos. Con su sucesor al frente, Ehud Olmert, Kadima triunfó en las elecciones del 28 de marzo, aunque no por el margen arrollador que se auguraba al ex general. El Likud se hundió en los comicios.

El agravamiento de Sharon coincide con la guerra entre Israel y Hezbolá. Fue precisamente el ex militar uno de los protagonistas decisivos de la historia reciente de Líbano. El 6 de junio de 1982, en una iniciativa muy particular, embarcó a su país en la aventura de la invasión de Líbano. Fue responsabilizado en Israel por la matanza indiscriminada de centenares de civiles en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en el sur de Beirut.

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