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La campaña electoral en Cataluña

Mas da por hecho que Carod apoyará al PSC por su "su animadversión a CiU"

PNV y BNG piden a Carod que opte por los nacionalistas

La bomba antibúnker, lanzada por los estadounidenses en la última guerra de Irak, atraviesa paredes de hormigón de hasta seis metros de espesor y sólo explota cuando se detiene en el interior del objetivo. Convergència i Unió (CiU) aspira a convertirse en una particular bomba antibúnker capaz de ganar por goleada el próximo 1 de noviembre y dividir en dos la ejecutiva de Esquerra Republicana, entre los partidarios de una alianza de izquierdas y los de una nacionalista.

¿A favor de quién se inclinará la balanza? Los convergentes piensan que a favor del socialista José Montilla -"a Esquerra le pesa más la animadversión a CiU que el buen servicio a Cataluña", se lamentó ayer Artur Mas-; pero, a falta de 10 días de la cita con las urnas, batallan por que suceda lo contrario. Para ello, el frente nacionalista formado por CiU, el PNV y BNG se dedicó ayer en Barcelona a presionar a los republicanos para que, contrariamente a 2003, favorezcan ahora un Gobierno "que no dependa de Madrid".

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El democristiano Josep Antoni Duran Lleida sirvió el aperitivo ante más de 3.000 personas que abarrotaron el pabellón olímpico del Vall d'Hebron en el mitin central de campaña de CiU: "El problema real de Montilla es que con él se ha acabado esa pequeña alma catalanista que había en el socialismo catalán y consolida el alma españolista". La afirmación iba dirigida claramente al votante de Esquerra, que apreciaba el perfil más catalanista de Pasqual Maragall y que ahora puede mostrarse reacio a apoyar a Montilla.

Mas, por su parte, redobló el mensaje de su compañero de filas con una dureza contra los republicanos nunca mostrada en esta campaña. El líder de CiU dudó del patriotismo de los dirigentes de Esquerra Republicana en contraposición a un Jordi Pujol, dijo, que después de 23 años al frente de la Generalitat todavía se recorre los pueblos de Cataluña en esta campaña. Y les recriminó que, en vez de "hacer un buen servicio a Cataluña", quieran "instalar" ahora al PSOE y a José Luis Rodríguez Zapatero no "en el balcón de la Generalitat" como en 2003, sino directamente en el "despacho presidencial".

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Aprovechando la presencia de los presidentes del Partido Nacionalista Vasco, Josu Jon Imaz, y del Bloque Nacionalista, Anxo Quintana, Artur Mas quiso hurgar en las dos almas ideológicas de Esquerra, la nacionalista y la de izquierdas. "Ni Quintana, ni Imaz, ni Duran, ni yo, ni ningún nacionalista que actúe en consecuencia tendría duda alguna. Si pudiésemos escoger a un presidente nacionalista en Cataluña, aunque no fuese de CiU, lo elegiríamos. Pues que no se llamen tan nacionalistas", manifestó el líder convergente ante un público enfervorizado que enarbolaba decenas de banderas catalanas, vascas, gallegas e independentistas.

Una vez que se despachó a gusto con la dirección republicana, Mas fue a la caza directa de su votante e hizo un llamamiento al "voto útil" catalanista "desengañado" con el tripartito. De este modo apeló a los electores "con sentido y sentimiento catalanista" a "no pecar de exceso de buena fe" y no votar a una Esquerra "entregada a Montilla y al PSOE" que "convertirá a Cataluña en una región autónoma". "Aquí tenemos a nuestros amigos [PNV y BNG], otros tienen que traer a sus jefes", proclamó Mas en referencia a la presencia de José Luis Rodrígez Zapatero en esta campaña.

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