Galicia rectifica y activa el nivel 2 de alerta, como también han hecho Asturias y Cantabria, cuando se cumple un mes desde la caída al mar de parte de la carga del ‘Toconao’
La costa gallega vive como una renovada pesadilla las consecuencias de un vertido de plásticos muy lejos de sus costas, pero que extiende la intranquilidad por las Rías
Esta investigadora de la Universidad de Exeter, que se dedica específicamente a analizar el efecto de estos gránulos en la vida marina, alerta de los impactos de los microplásticos
El estudio, elaborado por un centro privado de investigación tecnológica, analiza solo el etiquetado del producto y afirma que “no es una sustancia o mezcla peligrosa”, pero recomienda usar guantes y gafas para su recogida
La medida, que también ha tomado Cantabria, supone que estas tres comunidades puedan recibir ayuda del Estado para recoger los microplásticos. Feijóo afirma que los análisis dicen que “no son tóxicos”
El material de los gránulos, utilizado en la industria del plástico, no está sujeto a regulación y contamina de forma persistente otras costas europeas
Las comunidades autónomas son las encargadas de decidir si es necesaria la intervención del Estado y deben solicitar la ayuda, que solo se activa a partir del tercer escalón de gravedad
La Xunta y el Gobierno se enfrentan entre sí, mientras los particulares reclaman coordinación y medios para limpiar los millones de bolitas de un compuesto todavía desconocido extendido por la costa
El vertido, aprobado hace dos años por el Gobierno japonés y que obtuvo el visto bueno del OIEA —dependiente de la ONU— el mes pasado, es un paso clave para el complicado proceso de desmantelamiento de la central nuclear, que también incluye la retirada del combustible fundido
El proyecto de tirar 1,34 millones de toneladas del líquido radioactivo depurado genera una fuerte oposición entre la población, los pescadores y las organizaciones ecologistas, además de las críticas de China
Dos playas de El Peñón ya han registrado manchas de fuel, mientras que las autoridades gibraltareñas tratan de controlar un incidente de alcance todavía desconocido